Casos Practicos de Etica




La obligacion de hacer el bien


Tiempo después de la muerte de su padre, los hermanos Múgica reparten la herencia de común acuerdo entre ellos. Mientras que sus hermanos se contentan con valores inmobiliarios, Cristina Múgica Thorpe elige y recibe las acciones que tenía en la sociedad “Normediterránea de Informaciones, S.A.”. Esta sociedad posee una emisora de radio, dos periódicos y desde hace tres meses está comenzando una revista deportiva. Las acciones suponen el 4,7 % de la propiedad y le conceden el derecho a pertenecer al Consejo de Administración de la sociedad. No hay una mayoría clara entre los propietarios y tampoco una línea ideológica definida. El único objetivo es ganar dinero. En los dos últimos años no han generado tantos beneficios como en los años anteriores.

A Cristina, que es periodista de profesión y que trabaja por libre, se le plantea un problema moral. Entre los programas de la emisora de radio hay uno, de gran duración y que se emite por la noche, claramente desaconsejable, pues en él se ridiculiza la familia, se defiende el aborto y la eutanasia e incluye muchos temas sexuales. Hasta ahora el Consejo de Administración, sin la aprobación de todos los miembros, mantiene este programa.

Cristina pide consejo a su marido, que es farmacéutico y tiene experiencia en el mundo empresarial. Éste considera que estas emisiones son perniciosas y le aconseja vender las acciones cuanto antes, pues está cooperando en el mal que otros hacen. "¿Cómo puedes ser accionista de una radio que emite programas de ese tipo?".

A Cristina el consejo de su marido no le acaba de gustar: “es muy cómodo –piensa- decir que todo está muy mal y no hacer nada y no estar dispuesto a complicarse la vida”. El matrimonio forma parte de la junta directiva de la Asociación de Padres del colegio de sus hijos y Cristina interviene activamente. Intenta mover a su marido a que colabore en la junta. También es la secretaria de la Asociación de periodistas de su Comunidad autónoma.

En un momento dado acude a hablar con un colega periodista, Luis, que es de recta conciencia, para preguntarle qué debe hacer con esas acciones. Luis le exhorta a que no venda las acciones, a pesar de que evidentemente no todo se hace bien en esa sociedad periodística. Le anima a utilice la influencia que tiene en “Normediterránea de Informaciones” para introducir los cambios que pueda. “Pienso que puedes hacer mucho en la empresa: por ejemplo, haciendo que el Consejo de Administración establezca directrices positivas para los cuatro medios de comunicación, que propongas elaborar un código deontológico de la empresa, puedes influir para que se contrate gente con buen criterio, o promover la contratación de algunos programas que interesen a familias, etc...".



Las diferentes motivaciones del trabajo

Jorge Entrevías trabaja desde hace cuatro años en el departamento financiero de EXPENOR. Le gusta el trabajo que realiza, recientemente le han ascendido y le han dado más responsabilidad, también ha aumentado su retribución. A pesar de todas estas cosas tan favorables, está pensando en abandonarla y ya ha comenzado a buscar un nuevo trabajo. La situación de la empresa, su situación personal en ella, “algunos sucesos recientes”, ...-así lo afirma él- le han desmotivado.

EXPENOR se dedica a fabricar, distribuir y mantener máquinas expendedoras de tabaco, bebidas y diversos productos alimenticios. Debido a la prevista e inmediata llegada de las nuevas monedas del euro, muchos de sus clientes están aprovechando para renovar sus máquinas. Por ello EXPENOR ha crecido de modo desmedido en los dos últimos años y sin poder atender con rapidez todos los pedidos.

Es una empresa que, con otras dos en el país, se reparten la mayoría del sector de máquinas expendedoras. Lleva muchos años dando beneficios; en los dos últimos años, con el aumento de las ventas, se han disparado también los beneficios.

Sin embargo las previsiones para los próximos años son negativas y se avecina un fuerte recorte de pedidos. Los directivos de la empresa conocen desde hace tiempo estas previsiones y han tomado algunas medidas para paliarlas, pero que a juicio de Jorge no son suficientes ni van a evitar que la empresa pase por una fuerte crisis.

Durante los cuatro años que lleva trabajando en el departamento financiero, Jorge piensa que ha aprendiendo bastante. Últimamente realiza su trabajo de una manera más mecánica y tiene la sensación de que ya no aprende tanto como antes. Él es el que enseña a sus colaboradores inmediatos, algunos abogados y economistas jóvenes, con contratos en prácticas o con sueldos precarios.

Tiene ya dos hijos y, aunque no se agobia excesivamente con el futuro, piensa que, en no mucho tiempo, debería comprar una vivienda mayor.

En octubre de 2000 Jorge tuvo una entrevista con el gerente de EXPENOR, en la que éste le dijo que estaban muy contentos con él, que le iban a dar más responsabilidad (le iban a nombrar subdirector del Departamento financiero y dirigiría uno de los dos equipos en que éste se iba a reorganizar), y le prometió un aumento de sueldo desde enero 2001, del 30 % de lo que actualmente percibía.

Posteriormente, cuando ese aumento se debía haber llevado a la práctica, Jorge comprobó que se había quedado en el índice de aumento de precios al consumo (IPC), que ha sido del 3,5 %, más un 5 % más. Cuando en febrero Jorge volvió a hablar con el gerente, éste le dijo que en la conversación de octubre le había entendido mal las promesas que le había hecho. “No puedes cobrar por encima de los demás subdirectores de departamentos” –le dice-.

Jorge salió de esa conversación en un primer momento bastante enfadado. Posteriormente ha llegado al convencimiento de que le han engañado: más trabajo, más responsabilidad, ... que no van acompañados de una subida retributiva proporcionada. Se le ha quebrado la confianza en sus jefes. Aunque de momento sigue en la empresa, está decidido a marcharse de ella y ha empezado a buscar nuevo trabajo.




Honestidad al escribir un resumé

“Juan, mañana tengo que entregarle un resumé a la compañía FEBY y necesito me lo evalúes” le dice María a su novio.  Ambos estudian en la Universidad RAS.  María estudia bioingeniería y Juan estudia finanzas.  Juan lee el resumé y le reclama sorprendido a María: “María, ¿Cómo te atreves a incluir alguna de estas cosas?  Estás mintiendo.”  “¿De qué hablas, mi amor?  Todo lo que esta en mi resumé es cierto.  No soy mentirosa.  ¿A que te refieres?” le pregunta María.

Juan le contesta “¿Cuándo fuiste consultora de la OPUS?  Tú nunca has trabajado para ellos.  No me digas que te refieres a la vez que le ayudan al hijo del presidente, que era tu vecino, a usar aquel programa de computadora.  Eso no es hacer consultaría y ni siquiera te pagaron.”  “Bueno, Juan él nos dio dinero para comprarnos un mantecado” le contesta María.  “Y, María, ¿qué es esto bajo actividades extracurriculares de que perteneces a la sociedad UUU?  Tú nunca asististe a las reuniones del grupo”  le dice Juan exaltado.  “Pero, Juan, yo pagué la cuota” le contesta María.  “Si fuera por las cuotas pagadas, mi resumé sería largísimo” le dice Juan.

“Juan, no me critiques tanto.  Estoy desesperada.  Ese trabajo me interesa mucho y hay muchos de los graduandos de mi clase que también están solicitando y yo sé que su resumé tiene muchas actividades y yo no sé qué mas puedo poner” le dice María a Juan en tono bajo.  “María, ¿Por qué no incluiste el trabajo voluntario que hiciste en verano con los jóvenes de tu pueblo? Eso demuestra liderazgo” le dice Juan.  “Yo no pensé que podía incluir eso” le dice María.  Juan termina la conversación diciendo: “María, desperdiciaste muchas oportunidades en tu bachillerato.  Debiste haber participado de aquella investigación que te ofrecieron en tu segundo año.  Te hubiese ayudado a definir tu carrera.  Además, la sociedad estudiantil de la TAT hizo muchas actividades que te hubiesen encantado.  Nunca me escuchaste”  le dice Juan.

Sobornos, regalos y extorciones.

Carlos Arrieta es promotor y constructor de naves industriales y viviendas. Tiene una empresa de tamaño mediano.

Para poder construir con un ritmo regular procura adecuar la compra de solares y el ritmo de trabajo de la empresa a las gestiones y esperas necesarias para conseguir la “licencia de obras·. Así no necesita pagar dinero a los funcionarios municipales que tramitan esos permisos, como sabe que hacen otros constructores. Solamente les hace un pequeño regalo cuando todo se resuelve.

En septiembre de 1997 compró muy ventajosamente unos terrenos edificables para construir varios bloques de viviendas, en un momento en que el mercado inmobiliario de pisos ofrecía buenas perspectivas. Como se le acumulaba el trabajo y necesitaba empezar a construir pronto, Carlos decidió resolver estas demoras de un modo rápido. Para lograrlo ofreció y dio dinero a algunos funcionarios públicos de la sección de Urbanismo del Ayuntamiento, para que tramitasen su expediente con prioridad. Tenía conciencia de que no estaba actuando del todo bien, pero tampoco era admisible el retraso con que los funcionarios tramitaban esas licencias.

En marzo de 2001, prácticamente terminadas las obras, acude al Ayuntamiento para obtener el “permiso de habitabilidad”, necesario para poder hacer entrega de las viviendas. En el 99 había habido cambio de gobierno municipal y se encontró que el nuevo equipo era bastante diferente del anterior. El nuevo funcionario le pide dinero para la concesión del permiso, amenazándole, si se niega, con denegarlo. Para ello le bastaría retrasarlo durante tiempo indefinido, alegando diversas objeciones de forma. El funcionario le dice que no es nada personal, que el dinero no es para él, que es para la financiación de su partido. Carlos, después de pensárselo unos días, accede a darle el dinero que le pide, pues no tiene otra solución para llevar a cabo su negocio.

Días después Carlos se encuentra en la calle con Eduardo, constructor como él y al que tiene conceptuado como un hombre de gran sentido ético. Le cuenta lo que le ha sucedido, tanto para conseguir la licencia de obras como el permiso de habitabilidad. Eduardo le dice que en este negocio es muy difícil ser honrado, que no se preocupe, que ha actuado bien y que solamente actúa mal si causa un daño injusto a otros.

Añade Eduardo: “Además otros hacen cosas mucho peores. ¿te acuerdas de aquel constructor, el que tenía una empresa que se llamaba SERURSA. Me he enterado de que acaba de terminar unas viviendas en las que ha sobrepasado en 500 mº el volumen de edificabilidad y el arquitecto municipal y el concejal se lo han arreglado con una multa mínima. ¡Eso si que es un negocio!
Probablemente Carlos este faltando a su ética profesional, ya que no esta haceindo las cosas debidamente, pero como dice Eduardo hay cosas que no se pueden pasar de largo, como la decisión del funcionario de Suspender o retrasarle su permiso, y ante una situación como esta creo que no se puede hacer mucho. Ya que si uno quiere seguir la ética profesional en estos tiempos nos encontraríamos con muchas cosas de irregularidades y nos sorprenderíamos de las cosas que están pasando desde los Jueces hasta los servidores públicos. No deberíamos dejar que esto pase pero desgraciadamente nuestra sociedad esta envuelta en todos estos tipos de corrupción donde el que no copera con estas situaciones es ignorado.
Trataría en esta situación de hablar con los Jefes de dichos departamentos para saber si tienen conocimiento de lo que esta pasando con sus funcionarios y si fuera el caso que estuvieran de acuerdo pues tendré que acceder.



Hace mucho tiempo, en el país de las Gominolas Mágicas, existían unos pequeños seres de colores llamados luckys. Eran redondos, peludos y suaves, y muy divertidos y cariñosos. Nacían de las flores más bellas, y eran una constante fuente de buena suerte para quienes estaban cerca. Por eso todas las personas se hacían acompañar por su propio grupo de luckys. Y competían por convertirlos en sus amigos ofreciéndoles juguetes, golosinas y toda clase de regalos.
Bueno, todas menos Violeta, una niña que nunca quiso conseguir sus luckys con regalos. Ella prefería tratarlos como verdaderos amigos, y se esforzaba en darles mucho cariño, hacerles favores, hablar con ellos y preocuparse por sus cosas... en resumen, necesitaba tanto tiempo para conseguir y cuidar a cada uno de sus peludos amiguitos, que era con diferencia la persona con menos luckys.
Cierto día corrió la noticia de que bajo las cataratas de miel vivían miles de luckys sin dueño, y la gente juntó regalos y golosinas para viajar hasta allí en busca de más buena suerte. Violeta era muy feliz con los luckys que tenía y no pensaba hacer el viaje, pero cuando vio que se quedaba sola, le pudo la curiosidad y también emprendió el camino con alegría.
Pero cuando llegó a las cataratas sólo encontró personas tristes y solitarias, sentadas junto a sus montones de regalos y golosinas. No había rastro de los luckys.
- Ten cuidado, la catarata se ha tragado todos nuestros luckys- le advirtió una mujer. - Se abre y los absorbe en un instante ¡Vete antes de que sea tarde!
Pero ya era tarde. Las cataratas se abrieron y cerraron con gran ruido. Sin embargo, al mirar a su alrededor, buscando a sus luckys, no faltaba ninguno de sus queridos amigos.
- No se los ha tragado - decían todos sin creérselo, formando un corro alrededor.
Antes de que pudieran hablar mucho más, las cataratas volvieron a abrirse. Esta vez se mantuvieron abiertas por más tiempo, y permitieron ver en su interior a todos los luckys felices y contentos rodeados de los mayores y mejores regalos que se pudieran imaginar. Cuando las aguas se cerraron, los luckys de Violeta seguían junto a ella.
Finalmente, las aguas se abrieron una tercera vez, manteniéndose abiertas, y un hombre de aspecto raro y divertido habló a los luckys con dulce voz.
- Venid conmigo, pequeños luckys. Aquí tendréis más y mejores cosas de lo que nunca podáis imaginar ¡Seremos grandes amigos!
La propuesta era tan tentadora que Violeta dijo:
- Podéis ir con él si queréis, chicos. Este sitio tiene una pinta estupenda. No me extraña que les haya gustado a los demás luckys.
Pero ni uno sólo de sus luckys se separó de ella. Se abrazaban tanto a su amiguita, que nadie dudó de que para aquellos pequeños lo verdaderamente estupendo era estar con la niña.
-¡Voy a recuperar a mis luckys! - dijo entonces un niño, dirigiéndose a la cascada.
Aquel niño fue el primero en decirlo, pero todos conocían las “locuras” de Violeta con los luckys, y supieron en seguida lo que tenían que hacer para recuperarlos. Y uno a uno fueron entrando bajo la cascada para dar a sus luckys el cariño, la atención y la generosidad que los hiciera verdaderos amigos suyos, y no de los regalos que solían hacerles